Ivonne's Fund: It was all worth it

Valió la pena

por Ivonne Cabral

Valió la pena reencontrarme con algunos de los momentos más dolorosos que he tenido en la vida con tal de poder mitigar el dolor de otros. Me niego a mi misma para que otros encuentren un «Sí» de esperanza. Enfrento mi peor pesadilla en el mismo lugar en el que otros puedan abrazar y acariciar el sueño de tener una vida diferente. Hoy por primera vez después de dos años visité la sala de diálisis.

Desde el estacionamiento empecé a sentir el corazón acelerado. Es que tengo tantos recuerdos mezclados dolorosos y de compasión de este lugar. Hoy me dispuse a reemplazarlos por memorias nuevas y así fue.

Cada miembro del personal médico y administrativo, dietistas, y técnicos que se cruzaron en mi camino, manifestaron su gesto de sorpresa, seguido por una sonrisa de felicidad genuina, y un cálido abrazo. En realidad, no había mucho que añadir; las palabras de asombro, «wow!» y el «¡qué saludable te ves!» apenas me daban espacio para sonreír y responder: «Déjame contarte lo que Dios hizo.

Equipo médico excelentecelebrando la recuperaciónAgradecer y compartir con estas personas era una deuda que tenía que pagar. ¿Por qué? Porque es la oportunidad de mostrar el fruto de un proceso tan difícil para todos. Aparte de los pacientes, ellos también sufren, esclavos y dependientes no de una máquina de diálisis, sino de otras cosas y situaciones de vida.

Mi énfasis hoy fue este: «Dios es tan real, oportuno, y milagroso; y está tan disponible para ti.» Algunos ojos se llenaron de lágrimas. Mi oración es que esas palabras queden como una semilla de fe y de salvación en sus corazones.

No logré ver a muchos de los pacientes que conocía debido a que algunos ya no están. Algunos ya han muerto mientras otros continúan en la lucha. Al terminar nuestra visita recibí el ofrecimiento de compartir mi historia de forma personal y digital, de participar de los eventos de salud renal, y de trabajar como embajadora de ayuda a pacientes y familiares. Este es un campo misionero; un lugar perfecto para dar, servir, y honrar a Dios: «Heme aquí, Señor; envíame a mí».

Gracias Dr. Rastogi

3 Comentarios

  1. Gracias por compartir. Pues si tú dijiste: «Heme Aquí al Señor» para este servicio, cuenta conmigo como tu apoyo en cualquiera de las actividades que necesites realizar. Eres una mujer de la que he aprendido mucho y quisiera seguir aprendiendo. Se necesita mucho coraje para enfrentar y seguir victoriosa en este camino precioso de la vida. Dios te dio una unción especial y compartirla es un privilegio. Te quiero mucho.

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